Desde Castellón, nos llega el noveno trabajo de estudio de Malos Vicios, “El fin de la diplomacia”, un disco enormemente visceral y potente en el que parecen haber vuelto a sus raíces más canallas desde un punto de vista enérgico y agresivo, características que han estado en los genes de la banda desde su formación allá por el 92.
Y es que en los casi 25 años de existencia, han tenido tiempo para forjarse su propio destino bajo ocho álbumes más, en los que también han aprovechado para explorar nuevos estilos siempre dirigidos hacia la fusión con el punk, mundo en que la banda se encuentra muy cómoda y les sirve de plataforma para unas letras claras, concisas y de subversivo mensaje. Todas esas virtudes han hecho que Malos Vicios esté hoy donde está dentro del panorama nacional y no es por falta de méritos.
El primer disparo de éste álbum es el homónimo “El fin de la diplomacia”, un corte sin fisuras y directo a la cara. Le sigue “Vergüenza sin fronteras” con gran protagonismo melódico y frases dirigidas a los refugiados. “Cuervos” no es otra que una peculiar visión sobre la religión representada desde la descarada y férrea apuesta punk. El Islam tampoco se queda al margen de críticas con “Asha” impulsando el tema con riffs de aires americanos. “Parásitos” es otro de esos llamados “puñetazos” ejecutados con suma decisión y personalidad dejando paso al desparpajo y descaro de “El rey del carnaval” donde la banda muestra su cara más dicharachera e incluso chulesca. “Las migajas del plato” y “Dentro del espejo negro” destapan una vertiente punk británica de corte afilado y raudo, ideales para culos inquietos. El tosco arte de la tauromaquia recibe su peculiar estoque con “Tauronecios” saliendo del burladero con guitarras a voces, riffs metaleros donde los haya, rematando la faena desde el más puro estilo punkarra. El LP se cierra con “Santa Rita” y “Ligero de equipaje”, dos cortes sumamente explosivos y arrolladores donde cabe destacar, nuevamente, las melodías y el espíritu revolucionario llevado, presumiblemente, a lo que será el éxtasis o la apoteosis en los futuros directos.
En resumidas cuentas, es un disco que prácticamente no da respiro, intenso de inicio a fin, punk con brochazos de rock, e incluso metal, aderezado con letras reivindicativas y de crítica social.
Lo bueno: El disco ideal para los amantes del buen punk en sus diferentes versiones según su origen; un álbum directo, enérgico y eléctrico.
Lo regular: Se echa en falta la aparición de elementos alejados del punk ya que, cuando aparecen, el disco cobra otra identidad, frescura y dinamismo.
Lo malo: El bajo figura prácticamente desdibujado a lo largo del LP, algo que podría añadirle profundidad.
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